A menudo nos hemos imaginado el futuro de nuestras ciudades con macro edificios y coches volando. La realidad es que seguimos pegados al asfalto y con más problemas físicos y psíquicos que antes; esperemos que ahora avanzando en la dirección correcta.
Las incomodidades son oportunidades para el cambio o para la inacción. Inclinándonos por la primera opción, comenzamos a ver el futuro más verde, humanizado y naturalizado. A partir de esta base, las ciudades verdes o urbanismo verde buscan desarrollar ciudades que generen eficiencia energética, que sean amigables con el medio ambiente y logren una relación más fuerte entre éste, las personas que habitan en ella y su ciudad.
Esta nueva tendencia, también llamada “green building”, ha venido para quedarse. Nadie ha dicho que fuese fácil cambiar nuestras ciudades, pero no es imposible, ya que está comenzando a materializarse en países como Dinamarca, Lituania, Noruega, China o Alemania.
Claro está que no puede modificarse el urbanismo de un lugar sin tener en cuenta sus factores socioeconómicos, condiciones de transporte, comunicación, construcción, etc. Pero integrando todos estos factores y combinándolos, cada uno en su emplazamiento, estamos frente a un nuevo cambio cultural del cual somos partícipes.
A partir de esta base, se busca construir cuidades más sostenibles con el medio ambiente, reduciendo hasta en un 70-80% las emisiones de gases que las propias ciudades generan. Diseñar espacios más ergonómicos a la población y el empleo, entre otras cosas, de jardines verticales, cubiertas verdes, azoteas ajardinadas y uso de materiales reciclables, más ecológicos y amigables con el medio ambiente.
La realidad es que los vehículos, elementos arquitectónicos incoherentes y otros muchos aspectos, sopesan más que aquel usuario que habitará en la ciudad a lo largo de toda su vida. Esto es una incoherencia y una realidad que debe de ser cambiada para implicar de forma razonada los conceptos de ciudades y urbanismo ecológico en un hábitat determinado.