CUMBRE DEL CLIMA DE GLASGOW. OBJETIVOS

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El mundo prácticamente se olvidó de la crisis climática durante la pandemia de COVID-19 pero el cambio climático sigue ahí. Con un año de retraso, los países retoman la cumbre contra el cambio climático en Glasgow (la COP26) contra reloj debido a la última alerta de la ciencia aunque exhibiendo unos planes insuficientes, según la ONU, para cumplir el Acuerdo de París: que la Tierra no se recaliente mucho más de 1,5º en 2100.

El pasado lunes comenzaban las negociaciones con una cumbre de los jefes de Estado y Gobierno de los países participantes. No se esperaba al presidente chino, Xi Jinping, líder del estado que ya emite más CO2 globalmente y que ha remitido su nuevo plan climático tres días antes del inicio de la COP. «Decepcionante», ha sido el comentario general al verlo.

Este año -en realidad era 2020 pero se anuló por la COVID- los firmantes del Acuerdo de París han tenido que presentar sus planificaciones actualizadas. Si se ponen todas juntas, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 2030 «crecerán un 16% respecto a 2010″. Ese aumento, «si no se corrige rápidamente» lleva a un calentamiento de 2,7ºC, según el cálculo científico del Panel Internacional IPCC.

Con ese panorama llegaba la COP de Glasgow. Aun así, es bueno que representantes de 197 países se reúnan para hablar de cambio climático.

Los principales objetivos a tratar están siendo los siguientes:

Objetivo número 1: salir de Escocia con el límite de 1,5 ºC todavía posible.

Esta cumbre debería servir para cerrar las brechas entre lo que hay que hacer para cumplir el Acuerdo de París –que supone frenar la subida de la temperatura del planeta en márgenes razonables– y las acciones reales. De Glasgow tiene que salir el mundo con la posibilidad de que la Tierra no se recaliente más de 1,5ºC. La OECC denomina a este objetivo «el margen de seguridad que estamos dispuestos a asumir».

Pero, para eso, como ha indicado por la ONU, hace falta que surjan planes más ambiciosos porque, si no, no se llega. «La falta de ambición de los gobiernos está condenando al planeta a un calentamiento global con catastróficas consecuencias», explican en Ecologistas en Acción.  

«El problema es que hemos pasado del negacionismo climático que fue vencido en París en 2015 al cinismo climático en el que se dice que se quiere contribuir a frenar el calentamiento y alcanzar la meta, pero no se hacen las cosas necesarias”

Objetivo número 2: que los países ricos pongan el dinero que dijeron que pondrían

Está escrito y ratificado: los Estados más ricos financiarán un fondo de 100.000 millones de dólares anuales (entre 2020 y 2025) para el que, de momento, hay un déficit de 20.000 millones. Ese dinero sirve para que los países más empobrecidos (y mucho menos responsables del desastre climático en el que se ha metido la Humanidad) puedan desarrollarse sin acudir a los combustibles fósiles y, a la vez, adaptarse a los efectos ya palpables del calentamiento global. El grupo científico de la ONU explicó en agosto pasado que ya nadie ni ningún lugar del planeta está a salvo, pero las zonas más vulnerables son las que menos CO2 han lanzado a la atmósfera.

Es el punto con más probabilidad de salir adelante.

Objetivo número 3: ¿cómo sabemos dónde estamos?

Se trata de alcanzar un sistema por el que todos los países tengan una fórmula común a la hora de saber si se están cumpliendo los planes que se envían a la comunidad internacional. Y decidir cada cuántos años se va a pasar la evaluación una vez se llegue a 2030.

Hasta ahora, los planes climáticos de cada parte tienen diferentes horizontes temporales para ir alcanzando sus objetivos. Un galimatías que impide saber el estado real del problema. Los países están de acuerdo en que hace falta tener un calendario unificado, pero cuál, es otra cosa. Si se hace más corto, cada cinco años, se obliga a una acción más enérgica porque el plazo apremia. También hace más factible atajar la subida de temperatura.

Objetivo número 4: que los mercados de carbono no sirvan para engañarnos.

El objetivo es que este mecanismo por el que desde un país rico se puedan comprar emisiones no sirva de puerta de atrás para no tomar medidas o incluso descontar emisiones en dos sitios a la vez. Regular este mercado está resultando arduo y para los grupos ecologistas es incluso bueno que no se llegue a unas reglas porque consideran que es un mecanismo engañoso.

Está por ver lo que nos dejará esta cumbre mientras comienza la segunda semana de negociaciones.

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Fuente: eldiario.es

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